CHIL.ME

Oct 21, 2016 at 09:13

 

Pocos deportes son tan llamativos, coloridos y entretenidos como la lucha libre mexicana, que no puede ser considerada bajo ningún punto de vista como una mera copia de la lucha libre norteamericana. La lucha libre mexicana tiene su historia y su razón de ser, y refleja fielmente la idiosincrasia y elementos de nuestra cultura, que son puestos en escena y teatralizados en una forma en la que todo el público puede disfrutar sin distinción alguna. Recientemente Nuevo León, concretamente en Vivanuncios, vi que hay cursos de lucha libre mexicana, en Monterrey y en San Pedro Garza García, para aprender este deporte como corresponde.

 

 

Su historia oficial comienza cuando el padre de la lucha libre mexicana, Salvador Luttherot González fundó en los años 30′ la Empresa Mexicana de Lucha Libre, que comenzó a darle identidad a nuestra versión nacional de la lucha, siendo después reconocida como la más grande de México y hoy conocida como el Consejo Mundial de Lucha Libre. Esta disciplina puede ser considerada como una suerte de fusión entre deporte, arte y espectáculo, que tiene sus propias reglas y goza de una tradición en la que intrínsecamente se funden aspectos de la fusión entre nuestra cultura más ancestral y la influencia de corrientes migratorias posteriores.

 

Entre los elementos folklóricos más destacados, y la principal diferencia que tiene la lucha norteamericana y la mexicana está el uso de la máscara, que en la lucha mexicana tomó un protagonismo trascendental, dándole a los luchadores que la portan una atmósfera de misticismo, misterio, y curiosidad irresistible para el público. Se pueden encontrar antecedentes en las máscaras prehispánicas.  En los años 50 fue que la lucha libre mexicana vivió su primer época dorada, con el surgimiento de figuras como el Santo, Blue Demon, o Black Shadow, verdaderas leyendas en este deporte, que trascendieron muchas veces en el cine y otras disciplinas artísticas, tornando en verdaderas estrellas y leyendas populares. La máscara también toma especial protagonismo en el caso de los duelos de máscara contra máscara, en los que el perdedor debe quitársela y revelar su verdadero rostro al público, o de máscara vs. cabellera, teniendo que cortarse el perdedor el cabello sobre el ring, perdiendo con ello el orgullo, al menos temporalmente. Algunos luchadores tuvieron aún un mayor éxito tras perder la máscara y otros no lograron reunir el carisma necesario para poder reinventarse tras el trance.

 

En la lucha libre además se juegan cuestiones tan primordiales como la lucha entre el bien y el mal, representada por los Rudos y los Técnicos, que encarnan estos arquetipos tras sus personalidades y actitudes sobre el ring, mediadas por otros importantes personajes, los referees, con conocidos exponentes como El Tirantes. El templo por excelencia de la lucha libre es la Arena México, donde los luchadores aspiran a pisar y demostrar todo lo que saben sobre el cuadrilátero.

 

La Lucha Libre es un fenómeno popular que ha pasado a estar solo por detrás del fútbol en cuanto al gusto del público mexicano. Será por el espíritu de lucha que nos caracteriza y el ritual que, en el fondo, representa algo más profundo que un simple espectáculo.